12 de octubre
Hoy 12 de octubre recordamos cuando hace 512 años Cristóbal Colón desembarcó en la América Indígena. Desde entonces se sucedieron muchos sacrificios, penurias y muertes para llegar a la Libertad de hoy.
Por vivir en un país libre hoy podemos reflexionar sobre ¿qué recordamos? ¿el descubrimiento? ¿el encuentro entre dos culturas? o ¿la imposición de la cultura del conquistador?; ¿el día en que la poderosa Europa nos descubrió? o ¿el fin de los grandes imperios indígenas y el comienzo del genocidio por una insaciable sed de riquezas y poder?
Para dejar de ser los pueblos vencidos de América, comencemos a recuperar la memoria para no repetir errores pasados.
En el acto que organizamos junto a la profesora Fabiana Galano, nuestra compañera Anabella recitó el poema hecho canción popular en el México actual La Maldición de Malinche que dice así:
Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados;
eran los hombres barbados
de la profecía esperada.
Se oyó la voz del monarca
que el Dios había llegado
y les abrimos las puertas
por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias
como demonios del mal;
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.
Sólo el valor de unos cuantos
les opuso resistencia
y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.
Porque los dioses ni comen,
ni gozan con lo robado.
Y cuando nos dimos cuenta,
ya estaba todo acabado.
En este error le entregamos
la grandeza del pasado,
y en este error nos quedamos
trescientos años esclavos.
Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra Fe, nuestra Cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.
Hoy le seguimos cambiando
oro por cuencas de vidrio,
y les damos nuestras riquezas
por sus espejos con brillo.
Hoy en pleno siglo XXI
nos siguen llegando rubios
y les abrimos las puertas
y los llamamos amigos...
Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra
lo humillamos y lo vemos
como extraño en sus propia tierra.
¡Tú hipócrita! Que te muestras
humilde ante el extranjero
pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.
¡Oh Maldición de Malinche!
enfermedad del presente
¿cuándo dejarás mi tierra?
¿cuándo harás libre a mi gente?
Malinche fue la hija de un cacique mexicano entregada a Cortés como esclava. Ella hablaba la lengua nahualtl, de los aztecas, y la maya cumpliendo así la función de traductora para los españoles. La colaboración de Malinche con los conquistadores de su pueblo dio lugar a la leyenda que sirvió de inspiración para este poema.
En estos 500 años hemos recorrido un largo camino, no sólo llegó el español, sino también llegaron africanos, italianos, austriacos, alemanes, franceses, turcos, coreanos, japoneses y chinos que vinieron a trabajar con sus esperanzas, sus historias, sus tradiciones, amalgamándose con las nuestras.
América india, América mestiza, Latinoamérica. Su historia es de desencuentros, de dolor de explotación. El mundo está amueblado con maderas del Brasil y hay grandes agujeros en la selva misionera. América de la desnutrición, de la desocupación y el endeudamiento. Pero también y por sobre todo, somos la América de la esperanza porque no todo está perdido. La salida es juntos: bolivianos, paraguayos, uruguayos, peruanos, chilenos, argentinos, brasileños, venezolanos, mexicanos, colombianos, cubanos, nicaragüenses, panameños, guatemaltecos, haitianos, costarricenses, ecuatorianos, salvadoreños. Juntos, unidos por un destino común de bienestar para nuestros pueblos.
Por vivir en un país libre hoy podemos reflexionar sobre ¿qué recordamos? ¿el descubrimiento? ¿el encuentro entre dos culturas? o ¿la imposición de la cultura del conquistador?; ¿el día en que la poderosa Europa nos descubrió? o ¿el fin de los grandes imperios indígenas y el comienzo del genocidio por una insaciable sed de riquezas y poder?
Para dejar de ser los pueblos vencidos de América, comencemos a recuperar la memoria para no repetir errores pasados.
En el acto que organizamos junto a la profesora Fabiana Galano, nuestra compañera Anabella recitó el poema hecho canción popular en el México actual La Maldición de Malinche que dice así:
Del mar los vieron llegar
mis hermanos emplumados;
eran los hombres barbados
de la profecía esperada.
Se oyó la voz del monarca
que el Dios había llegado
y les abrimos las puertas
por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias
como demonios del mal;
iban con fuego en las manos
y cubiertos de metal.
Sólo el valor de unos cuantos
les opuso resistencia
y al mirar correr la sangre
se llenaron de vergüenza.
Porque los dioses ni comen,
ni gozan con lo robado.
Y cuando nos dimos cuenta,
ya estaba todo acabado.
En este error le entregamos
la grandeza del pasado,
y en este error nos quedamos
trescientos años esclavos.
Se nos quedó el maleficio
de brindar al extranjero
nuestra Fe, nuestra Cultura,
nuestro pan, nuestro dinero.
Hoy le seguimos cambiando
oro por cuencas de vidrio,
y les damos nuestras riquezas
por sus espejos con brillo.
Hoy en pleno siglo XXI
nos siguen llegando rubios
y les abrimos las puertas
y los llamamos amigos...
Pero si llega cansado
un indio de andar la sierra
lo humillamos y lo vemos
como extraño en sus propia tierra.
¡Tú hipócrita! Que te muestras
humilde ante el extranjero
pero te vuelves soberbio
con tus hermanos del pueblo.
¡Oh Maldición de Malinche!
enfermedad del presente
¿cuándo dejarás mi tierra?
¿cuándo harás libre a mi gente?
Malinche fue la hija de un cacique mexicano entregada a Cortés como esclava. Ella hablaba la lengua nahualtl, de los aztecas, y la maya cumpliendo así la función de traductora para los españoles. La colaboración de Malinche con los conquistadores de su pueblo dio lugar a la leyenda que sirvió de inspiración para este poema.
En estos 500 años hemos recorrido un largo camino, no sólo llegó el español, sino también llegaron africanos, italianos, austriacos, alemanes, franceses, turcos, coreanos, japoneses y chinos que vinieron a trabajar con sus esperanzas, sus historias, sus tradiciones, amalgamándose con las nuestras.
América india, América mestiza, Latinoamérica. Su historia es de desencuentros, de dolor de explotación. El mundo está amueblado con maderas del Brasil y hay grandes agujeros en la selva misionera. América de la desnutrición, de la desocupación y el endeudamiento. Pero también y por sobre todo, somos la América de la esperanza porque no todo está perdido. La salida es juntos: bolivianos, paraguayos, uruguayos, peruanos, chilenos, argentinos, brasileños, venezolanos, mexicanos, colombianos, cubanos, nicaragüenses, panameños, guatemaltecos, haitianos, costarricenses, ecuatorianos, salvadoreños. Juntos, unidos por un destino común de bienestar para nuestros pueblos.
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Liliana Grosso -